Hace un par de años participé en un foro donde estaba presente el líder nacional de uno de los principales partidos de la oposición en México. Ya entonces era evidente que el presiente Andrés Manuel López Obrador y su partido representaban una amenaza para nuestro joven sistema democrático.
Pude realizar una pregunta y cuestioné al líder del partido ¿por qué eran tan poco contundentes con el presidente y su partido Morena? Le mencioné las razones por las que yo creía que eran una amenaza para el país, le dije que las palabras importan y le sugerí referirse siempre a ellos como la “Extrema izquierda”. Convocar a la oposición unida a colocar un “Cordón sanitario” contra el extremismo y cortar toda comunicación, negociación y acuerdo con el oficialismo.
Con cierta condescendencia me contestó con evasivas, claro, y dando a entender que lo que yo planteaba era casi ridículo. Un poco más de dos años después, la oposición vive en carne propia lo que yo les advertí.
El presidente y su partido ya no tienen ningún reparo en presentar su intención de destruir nuestro sistema democrático, de concentrar el poder absoluto y de silenciar a aquellos que se opongan, no importa si eso significa acabar con su vida.
La discusión de la Reforma eléctrica, que fue rechazada por el congreso, ha sido el marco perfecto para que el oficialismo deje al descubierto su proyecto de país. Un país bajo el manto autoritario del Estado, donde la oposición sea silenciada, donde las elecciones sean controladas por el propio gobierno y donde las garantías individuales sean aplastadas.
El extremismo exacerbado y la rabia iracunda del presidente y los suyos no tiene límite. El oficialismo ha comenzado una campaña para “Exhibir” a quienes votaron contra la reforma del presidente y a quienes ahora llaman “Traidores a la patria” por el hecho de no apoyar la reforma o de ideológicamente oponerse a ella.
La campaña contra la oposición, estoy seguro, pronto terminará en legisladores siendo víctimas de escarches, de golpistas e incluso, termine con alguno perdiendo la vida. Se está usando todo el aparato del Estado en actos represivos y quizás la intención final sea crear un escenario que pueda justificar que eventualmente el presidente y las fuerzas armadas pudieran tomar por la fuerza el control de los otros poderes, con la justificación de estar “Salvando a la patria de la traición”.
Las palabras sí importaban, al parecer. Creo que es momento de decir fuerte y claro “El presidente y su partido son la mayor amenaza que hoy tiene el país. Son extremistas cuya visión autoritaria y perversa incluso, me atrevería decir, tiene inspiraciones fascistas. Ya no hay mascaras, se muestran cómo son. A partir de este momento de definición, quienes les apoyan, apoyan también el extremismo”.
La oposición y los ciudadanos que creemos en la libertad y la democracia debemos ser contundentes. De atacar el extremismo de manera frontal y valiente. Pero quizás podríamos empezar llamándoles por lo que son.
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