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El Banco Mundial urge a América Latina a combatir el crimen organizado

América Latina enfrenta una encrucijada crítica en materia de seguridad y desarrollo. El Banco Mundial ha emitido una alerta contundente en su más reciente informe: la región debe priorizar de forma urgente la lucha contra el crimen organizado si quiere avanzar hacia un desarrollo sostenible e inclusivo. El documento, titulado “Crimen Organizado y Violencia en América Latina y el Caribe”, fue presentado este lunes en Washington y pinta un panorama alarmante sobre el avance de las redes criminales en múltiples países.

Según el organismo, el crimen organizado no solo ha consolidado su presencia en naciones como México, Colombia y Brasil —donde ha operado históricamente—, sino que también ha extendido su alcance hacia otras zonas que anteriormente eran consideradas más estables. Esta expansión tiene consecuencias devastadoras que van mucho más allá de la seguridad pública: afectan directamente el crecimiento económico, el medio ambiente, la calidad institucional y la libertad ciudadana.

Impacto económico y social del crimen organizado

El informe subraya que la violencia y la criminalidad socavan las bases del desarrollo. La inseguridad jurídica desincentiva la inversión, mientras que la extorsión y otros delitos aumentan los costos para las empresas, reduciendo su competitividad. A esto se suma el desvío de recursos públicos hacia medidas reactivas de seguridad que limitan la inversión en áreas clave como salud, educación e infraestructura.

“Las víctimas de violencia pierden capacidad para acumular capital humano; los delitos contra la propiedad erosionan el capital físico, y el narcotráfico y la minería ilegal afectan gravemente los ecosistemas”, destaca el documento. Además, las comunidades dominadas por el crimen organizado ven restringidas sus libertades básicas, y la corrupción generada debilita la eficacia de los gobiernos locales y nacionales.

América Latina concentra un tercio de los homicidios del mundo

Una de las cifras más preocupantes reveladas por el Banco Mundial es la desproporcionada tasa de homicidios en América Latina. A pesar de representar apenas el 9% de la población mundial, la región concentra cerca del 33% de los asesinatos globales. En los últimos 20 años, la brecha respecto a otras regiones se ha profundizado: la tasa de homicidios latinoamericana es ocho veces mayor que el promedio mundial.

Este contexto se ve agravado por instituciones débiles e ineficaces. “Las cárceles son controladas en muchos casos por los propios grupos criminales, y desde allí continúan operando con impunidad. La policía y los sistemas judiciales están saturados o cooptados”, señala el informe.

La “mano dura” no es suficiente: se necesita prevención y fortalecimiento institucional

El Banco Mundial también cuestiona la eficacia de las políticas de “mano dura” implementadas en países como El Salvador o Argentina. Aunque pueden generar resultados inmediatos en la percepción de seguridad, carecen de sostenibilidad si no están acompañadas de medidas preventivas y reformas estructurales.

La solución a largo plazo, según el organismo, pasa por fortalecer al Estado y cerrar las brechas de desigualdad. “El crimen organizado se nutre de la falta de oportunidades, del abandono institucional y de la marginalización social”, afirma el informe. Por ello, urge a los gobiernos latinoamericanos a invertir en educación, empleo juvenil y programas sociales que reduzcan el riesgo de que los jóvenes sean reclutados por organizaciones delictivas.

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