Los interrogantes de la búsqueda de desaparecidos en el Amazonas

La búsqueda del periodista británico Dom Phillips y el experto indigenista Bruno Pereira, desaparecidos en una región remota de la Amazonía brasileña, entra este martes en su décimo día en medio de interrogantes y una persistente presión internacional para resolver el caso.

Phillips, de 57 años, es colaborador del periódico británico The Guardian y trabaja en Brasil desde hace 15 años. Apasionado por la Amazonía, de la que escribió decenas de reportajes, el periodista se encontraba en la región hacía varios días trabajando en un libro sobre conservación ambiental y desarrollo local, con apoyo de la fundación estadounidense Alicia Patterson.

Pereira, de 41 años, un experto de la agencia gubernamental de asuntos indígenas de Brasil (Funai) y reconocido defensor de los derechos de estas comunidades, lo acompañaba como guía, en su segundo viaje en la región desde 2018.

Fue coordinador regional de la Funai de Atalaia do Norte, municipio adonde se dirigía con Phillips cuando desaparecieron. Su trabajo en defensa de los pueblos indígenas le valió frecuentes amenazas de los grupos criminales que actúan en la zona. Ambos están casados y Pereira es padre de tres hijos.

Phillips y Pereira fueron vistos por última vez el domingo 5 de junio por la mañana en la comunidad Sao Gabriel, no muy lejos de su destino, Atalaia do Norte, hacia donde navegaban por el río Itaquaí.

Viajaban en una lancha nueva, con suficiente combustible para llegar a destino. Su periplo había empezado días atrás en el lago Jaburu, donde habían entrevistado a moradores.

El periodista y el experto desaparecieron en el Valle de Javarí, una densa zona de selva amazónica donde viven 26 pueblos indígenas, muchos de ellos aislados.

Las autoridades advirtieron de la “complejidad” del entorno debido a la presencia de mineros, madereros y pescadores ilegales que invaden las tierras protegidas para explotar sus recursos.

Además, el narcotráfico ha tenido una presencia cada vez mayor en los últimos años, utilizando la región como un importante corredor para el transporte de drogas producidas en Perú y Colombia, países que allí comparten frontera con Brasil.