Auge minero transformará al Valle del Jequitinhonha
El Valle del Jequitinhonha, ubicado en el sureste de Brasil, atraviesa una transformación acelerada. Durante décadas fue una de las zonas más empobrecidas y aisladas del país, pero desde 2022 se ha convertido en un nuevo centro estratégico del litio a nivel global. Esta transformación comenzó tras un decreto que liberó las exportaciones del mineral, impulsando inversiones extranjeras que ya superan los 1.165 millones de dólares.
Gracias a este impulso, cinco grandes proyectos mineros han iniciado operaciones o están en etapas avanzadas. La mayoría cuenta con financiamiento de empresas de Canadá, Estados Unidos y Australia. A pesar de que solo dos empresas están actualmente en funcionamiento, la producción de espodumeno, una forma de litio, se multiplicó por 20 en dos años, alcanzando 320.000 toneladas anuales.
Además, la baja en los precios internacionales —de 4.000 a 950 dólares por tonelada— no ha detenido el avance brasileño. Esto se debe a sus ventajas competitivas, como el bajo costo de mano de obra y de energía, lo que permite mantener márgenes positivos. Empresas como Sigma Lithium, actualmente la quinta mayor productora del mundo, y la estatal Companhia Brasileira de Lítio, planean expandirse hasta 2027.
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Brasil se posiciona en el mapa global del litio
El auge del litio en Brasil no ocurre en aislamiento. Se enmarca en una competencia global por controlar el suministro de minerales clave para la transición energética. El fuerte dominio de China en esta cadena ha generado preocupación en países como Estados Unidos, que ahora miran hacia América Latina para diversificar sus fuentes.
Así, el Valle del Jequitinhonha se suma a un mapa regional dominado hasta ahora por el llamado «triángulo del litio«, conformado por Argentina, Bolivia y Chile. Sin embargo, Brasil aporta un nuevo elemento: combina reservas estimadas en el 8 % del total mundial con una creciente capacidad tecnológica.
Potencial geopolítico y desafíos regionales
El avance brasileño en la industria del litio también trae implicancias para la diplomacia latinoamericana. La región tiene la oportunidad de usar su nuevo peso en el mercado global para negociar acuerdos más justos. Esto incluye demandas por transferencia tecnológica, desarrollo de infraestructura local y participación en etapas más avanzadas de la cadena de valor.
Al dejar de ser solo exportadora de materias primas, América Latina puede aspirar a un papel más activo en la economía verde del futuro. En este nuevo escenario, el Valle del Jequitinhonha se consolida como símbolo de cambio, con posibilidades reales de desarrollo y protagonismo internacional.
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