Basura, apagones y servicios colapsados
El olor de la basura y los desechos acumulados se han vuelto comunes en calles de La Habana alejadas del turismo. La recolección de residuos ocurre con poca frecuencia, sumándose a apagones de hasta 20 horas y cortes de agua que afectan la vida diaria de millones de cubanos.
La economía cayó 1,1 % en 2024 y la Cepal proyecta una caída adicional de 1,5 % para este año, mientras la inflación sigue en niveles de dos dígitos. Los apagones afectan el transporte, el suministro de internet y las actividades económicas, obligando a los ciudadanos a reorganizar sus rutinas constantemente.
Escasez de alimentos y turismo en retroceso
La disponibilidad de productos básicos como arroz, aceite, leche y azúcar ha disminuido, afectando sobre todo a jubilados y quienes perciben salarios mínimos. La zafra 2024/2025 registró la peor producción de azúcar en más de un siglo, mientras el turismo retrocedió: entre enero y julio de 2025 llegaron solo 1,58 millones de viajeros, con ocupación hotelera del 24 %.
El impacto se extiende a restaurantes y bares, que reducen horarios, y a los visitantes, quienes enfrentan apagones y cortes de agua que limitan la experiencia turística. La dependencia de importaciones y la reducción del suministro de petróleo de Venezuela profundizan la crisis.
Reconocimiento oficial y futuro incierto
El Gobierno cubano reconoce la gravedad de la situación, admitiendo que los apagones son un obstáculo para la economía y que muchas actividades están casi paralizadas. Expertos señalan que sin reformas estructurales profundas y cambios en el modelo centralizado, la recuperación será limitada.
A pesar de todo, los ciudadanos mantienen resiliencia y creatividad para enfrentar la crisis económica en Cuba, adaptándose a la escasez y buscando formas de continuar con su vida cotidiana mientras esperan soluciones a largo plazo.
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